lunes, 13 de julio de 2009

A MI MADRE...

Carta de un hijo a su Madre...

Ayer fue el día más triste de mi vida: enterré a mi madre...
Cuando miré su dulce y adorable cara y su cabello plateado por el tiempo, me di cuenta que esa sería la última vez que la vería.

Muchos pensamientos vinieron entonces a mi mente:

Cuando por las tardes o las noches no teníamos quien nos cuidara a los niños, acudíamos a mi madre porque no queríamos perdernos la función de cine o la fiesta en casa del amigo...

Ella nunca se negó, jamás nos dijo que tenía otros planes o yo no quise darme cuenta...

En una ocasión me prometí comprar un boleto extra y llevarla a ver las películas que le gustaban… ¡Pero nunca compré el boleto!

Una vez nos encontramos en la panadería y vi que su suéter estaba un poco desteñido y viejo...

Entonces pensé que debería llevarla al centro y comprarle uno nuevo. Sabía que, aunque ella lo necesitaba, nunca me lo pediría, así era ella...

Pero siempre tuve otras cosas que hacer y mi madre siguió con su suéter viejo...

Recuerdo su último cumpleaños... Le mandamos unas azaleas blancas bellísimas con una nota que decía:

"Lamentamos no poder estar contigo en esta fecha, pero con estas flores te enviamos todo nuestro amor". Esa tarde había un programa de televisión muy importante y por la noche estábamos invitados a una fiesta...

Y recuerdo la última vez que vi a mi madre viva, fue en la boda de un primo, se veía más viejecita y cansada...

Entonces pensé en mandarla a unas vacaciones con su hermano a la costa. Que se asoleara un poco para que no se viera tan pálida. Pero nunca lo hice, siempre tuve supuestamente cosas más importantes que hacer y sobre todo, que me quitaban mucho tiempo…

Si yo pudiera regresar las hojas del almanaque, le compraría todos los suéteres del mundo, la llevaría al cine y pasaría todos sus cumpleaños a su lado...

Si yo pudiera regresar en el tiempo la mandaría a ver a su hermano y a todos los sitios que quisiera ir... Pero es muy tarde ya...
Ella está en el cielo y yo estoy aquí enfermo del corazón por todas las oportunidades perdidas.

Qué diferente hubiera sido si hubiera leído una carta como ésta...

Un hijo como yo!

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