Muchos pensamientos vinieron entonces a mi mente:
Cuando por las tardes o las noches no teníamos quien nos cuidara a los niños, acudíamos a mi madre porque no queríamos perdernos la función de cine o la fiesta en casa del amigo...
Ella nunca se negó, jamás nos dijo que tenía otros planes o yo no quise darme cuenta...
En una ocasión me prometí comprar un boleto extra y llevarla a ver las películas que le gustaban… ¡Pero nunca compré el boleto!
Una vez nos encontramos en la panadería y vi que su suéter estaba un poco desteñido y viejo...
Entonces pensé que debería llevarla al centro y comprarle uno nuevo. Sabía que, aunque ella lo necesitaba, nunca me lo pediría, así era ella...
Recuerdo su último cumpleaños... Le mandamos unas azaleas blancas bellísimas con una nota que decía:
Y recuerdo la última vez que vi a mi madre viva, fue en la boda de un primo, se veía más viejecita y cansada...
Si yo pudiera regresar las hojas del almanaque, le compraría todos los suéteres del mundo, la llevaría al cine y pasaría todos sus cumpleaños a su lado...
Qué diferente hubiera sido si hubiera leído una carta como ésta...
No hay comentarios:
Publicar un comentario