LOS NIÑOS QUE ROBAN...
Por: Óscar A. Campuzano G.
Por: Óscar A. Campuzano G.
El hurto ocasional que algunos niños realizan suele transcurrir sin mayores consecuencias y resolverse (para evitar que vuelva a suceder) con una breve reprimenda. En cambio, los robos frecuentes son llamadas de atención para los padres, que deben preocuparse seriamente y ayudarlos a superar la causa de esta conducta.Cuando un niño o adolescente roba, los padres naturalmente se preocupan. Ellos se preocupan por las causas del comportamiento del niño y se preguntan si su hijo o hija es un "delincuente" “ladrón” “pícaro” “deshonesto”
Es normal que un niño pequeño tome algo que excite su interés o que le llame la atención. Esto no se puede considerar como robo hasta que el niño sea suficientemente mayor, generalmente de tres a cinco años, y pueda entender acerca de que las cosas pertenecen a una persona en particular. Los padres tienen que educar de forma activa a sus niños acerca de los derechos a la propiedad y la consideración hacia los demás.Aunque hayan aprendido que el robar es malo, los niños mayores y los adolescentes roban por varias razones. Un joven puede robar para tener cosas iguales a las de su hermano o hermana, quien aparentemente es favorecido con regalos y cariño. Algunas veces, un niño puede robar como muestra de valentía ante sus amigos, o para hacerles regalos y así aumentar su popularidad en la escuela.
Los padres deben de preguntarse si es que el niño ha robado por la necesidad de recibir mayor atención. En tales casos, el niño puede estar expresando ira o tratando de "cobrárselas" con sus padres, y el objeto robado se convierte en un substituto del afecto.
Los padres deben de hacer un esfuerzo y darle más reconocimiento al niño como miembro importante de la familia.
Si los padres toman las medidas adecuadas, en la mayoría de los casos el robo cesa según el niño va creciendo. Los psiquiatras de niños y adolescentes recomiendan que cuando los padres se den cuenta de que su niño ha robado, ellos:
Ayuden al adolescente a pagar o a devolver el objeto robado;Le digan al niño que robar es malo;Se aseguren de que el niño no se beneficie del robo bajo ninguna circunstancia;Eviten sermonearle, pronosticar el mal comportamiento futuro, o el decir que ahora se le considera al niño un ladrón;Hacerle claro que su comportamiento es totalmente inaceptable dentro de las costumbres familiares y de la comunidad.
Cuando el niño ha pagado o ha devuelto la mercancía robada, los padres no deben de traer de nuevo el caso, de manera que el niño pueda comenzar "en limpio" otra vez.
Si el niño roba persistentemente y los robos continúan a pesar de haberse tomado estas medidas, el robar probablemente es el resultado de un problema mayor en el desarrollo emocional del niño. Los niños que roban repetidamente tienen dificultad para confiar en los demás y para establecer buenas relaciones con otros. En vez de sentirse culpables, ellos culpan a otras personas por su comportamiento y les echan la culpa a los demás alegando que, "ya que ellos se niegan a darme lo que necesito, yo lo cojo". Algunos niños roban por el temor a una dependencia; ellos desean no tener que depender de nadie, de manera que roban lo que necesitan.
Al tratar a un niño que roba persistentemente, ojo, no una muenda, golpiza, maltrato o amenaza, el psiquiatra de niños y adolescentes diagnosticará las razones reales por las cuales el niño tiene una necesidad de robar y planificará un programa de tratamiento. Algunos aspectos importantes del tratamiento son el ayudar al niño a aprender a establecer una relación de confianza, y el ayudar a la familia para que apoye al niño en una trayectoria positiva de desarrollo.
Los pequeños que aún no entienden el concepto de la propiedad piensan que sus padres exageran con sus regaños, cuando han tomado unos chocolates del cajón de su hermano o unos cuantos pesos o monedas de la billetera o monedero de su mamá para comprar un refresco: piensan que están tomando algo que necesitan y de alguna manera les pertenece, que “todo el mundo lo hace”.
Otros, con mayor nivel de conciencia, empiezan a realizar pequeños hurtos escolares: el sacapuntas de un compañero, el refrigerio del amigo, un carrito de la tienda, el CD de su primo, o dinero para el juguete que no quiso comprar su mamá, etcétera.
Cuando los padres sorprenden a alguno de sus hijos o hijas en un robo pequeño, suelen tener la sensación de que algo está mal, pero es pasajero y pronto quedará en el olvido. Afortunadamente, la mayoría de las veces es así, pero no siempre…
Incluso niños entre 8 y 10 años pueden tener noción de lo que es correcto, pero aún no de las consecuencias de sus actos. Piensan que no está bien tomar cosas que no les pertenecen, pero no logran calcular qué tan malo es. Por eso antes de que se acostumbren, los padres deben buscar la causa de esta conducta.
Posibles causas
El robo se realiza como una provocación. En la pubertad e inicio de la adolescencia muchos chicos roban como una manera de demostrar autonomía en sus decisiones. Toman del ambiente lo que sienten que les pertenece y es justo; sobre todo lo hacen como una conducta desafiante para agredir y hacer enojar a sus padres.
No faltan los casos de robo como una manera de llamar la atención. Cometer faltas, al menos, es una forma de que sus padres estén más pendientes de ellos. En ocasiones, por paradójico que parezca, un niño prefiere un castigo a la indiferencia con la que muchos los tratan.
En esta edad los compañeros de grupo son muy importantes. Robar puede ser una forma de sobresalir y buscar la admiración al atreverse a hacer cosas que transgreden y desafían las normas. Hurtar objetos es en ocasiones una conducta de fanfarronería para crecerse ante los iguales o de ser aceptado como parte de este grupo de pequeños pillos.
También se da el caso de compañeros que chantajean a otros, los cuales recurren a conductas como el robo para satisfacer las exigencias del líder del grupo o aquél que amenaza con golpearlo si no le paga una cuota de dinero o con alguna golosina.
Otra posible causa puede estar ligada a conductas más preocupantes, como la drogadicción o la delincuencia: El chico roba para conseguir las sustancias a las que es adicto.
Muchas veces es por la necesidad de poseer cosas que están por encima del nivel socioeconómico de la familia o de tener objetos que pertenecen a los padres. También puede ser una situación sencilla, como la necesidad de que los padres le aumenten el “domingo”; porque al haber crecido y pasado a otra etapa de su desarrollo tiene nuevas necesidades.Existen los pequeños ladrones que toman cosas para hacer sus colecciones. Otros realizan robos o “préstamos” al ponerse la ropa de los hermanos y sentirse mayores. En el fondo de estos pequeños hurtos encontramos conductas de compensación, ante la falta de seguridad y afecto que sienten.
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