domingo, 16 de agosto de 2009

LOS PROBLEMAS DE LA MEMORIA...

¿Por qué perdemos la memoria al envejecer?
¿Alguna vez te preguntaste por qué unas personas llegan lúcidas a la vejez y otras con problemas de memoria?
Según un estudio realizado por investigadores, la clave se encuentra en la cantidad de proteína TAU que se aloja en el cerebro.A medida que envejecemos, en nuestro cerebro comienzan a formarse “ovillos” o nudos neurofibrilares, que son aglomeraciones de proteínas compuestas por pequeñas fibras entrelazadas dentro de las neuronas. Estos nudos son agregados de una proteína conocida como “tau”, que se acumula dentro de las células del cerebro. La principal función de esta proteína es estabilizar junto a otra proteína llamada tubulina, los microtúbulos axonales. Pero se cree que en exceso, la proteína tau podría resultar dañina y el tiempo llegaría a matar las células.Los científicos analizaron el cerebro de distintas personas fallecidas que antes de morir habían demostrado tener un alto rendimiento en pruebas de memoria, y las compararon con el de otros individuos mayores que no tenían tanta agilidad mental pero no habían sufrido de demencia.
La edad promedio rondaba en los 80 años.
Finalmente, descubrieron que los cerebros de las personas más lúcidas presentaban escasos nudos neurofibrilares, y que en cambio, en los de las personas con menor memoria y agilidad se habían encontrado más cantidad.
Este nuevo descubrimiento sobre el cerebro envejecido es muy emocionante.
Siempre se ha asumido que la acumulación de estos ovillos es un fenómeno progresivo propio del proceso de envejecimiento.Gracias a este estudio también se encontró otro factor posiblemente contribuyente a la pérdida de memoria: una mayor cantidad de placas amiloides, que es una acumulación de la proteína beta-amiloide.
Esta proteína es producida por el cerebro de todos los humanos, pero de manera limitada.“Tanto las placas como los ovillos forman parte de lo que consideramos la patología del Alzheimer, pero sólo cuando ambos elementos aparecen en muy grandes cantidades”
Tal vez pocos lo sepan, pero estudios médicos han demostrado que a partir de los 40, las personas comienzan a perder, lentamente, su capacidad para recordar.
La razón se halla en que después de esa edad, la comunicación entre las neuronas que almacenan la información en el cerebro sufre un deterioro progresivo.
Sin embargo, científicos diseñaron una nueva alternativa para conservar los recuerdos de una manera natural, utilizando como base la alimentación.
De acuerdo con sus averiguaciones, existe una serie de alimentos que de ser comidos regularmente evitarían la pérdida de la memoria e incluso llegarían a recuperar recuerdos que se mantenían en el olvido.
¿Quiere saber qué comer?
Yema de huevo
La yema de huevo es un alimento rico en colina, un compuesto fundamental para el buen funcionamiento de los sistemas cardiovascular y nervioso.
La colina, a su vez, tiene gran contenido de acetilcolina, una sustancia que en el cuerpo humano se encarga de mejorar la transmisión de información entre las neuronas.
Otros alimentos como el germen de trigo o pescados grasos, como el salmón, pueden ayudar a la misma función.
Atún, anchoas y sardinas
Los llamados radicales libres son moléculas que se encuentran en el cuerpo y son ellas las principales responsables del envejecimiento de los tejidos.
Alimentos como el atún, las anchoas y las sardinas, gracias a su gran contenido de ácidos grasos Omega-3 son los enemigos principales de esas moléculas.
Dentro de las múltiples ventajas que ofrece el Omega-3 está su capacidad para mantener armadas las membranas neuronales, algo igualmente beneficioso para el recorrido de información a través de las neuronas.ManzanaEn cualquiera de sus presentaciones, ya sea roja o verde, la manzana tiene propiedades especiales para mejorar los procesos cerebrales. El poder de sus bondades se encuentra en la fisetina, una sustancia científicamente comprobada para los tratamientos que buscan conservar la memoria. Frutas como el kiwi, la uva y el durazno también lo contienen.Brócoli y espinacaEl brócoli, la espinaca y, en general, todos los vegetales de hojas oscuras, contribuyen a la preservación de los recuerdos. La razón está en que dentro de su composición química se encuentran el ácido fólico y la vitamina B, las mismas sustancias que son fundamentales para el desarrollo del sistema nervioso de los bebés en etapa de gestación.
Nueces y cerealesEstos alimentos son muy importantes en el momento en que las señales nerviosas saltan de neurona en neurona hasta llegar al cerebro.
El proceso se facilita cuando en el cuerpo aparecen fitoquímicos o nutrientes esenciales (aquellos que el organismo necesita para su buen funcionamiento, pero no son producidos por él), de los cuales las nueces, los cereales y los espárragos están bien dotados.La vejez es tomada muchas veces como sinónimo de pérdida y declinación, sobre todo en las sociedades occidentales y desarrolladas, donde la juventud, la fuerza física y la competitividad son consideradas claves fundamentales del éxito y la felicidad.
Pero la edad madura es una etapa de cambios naturales que puede ser transitada con mucha calidad si sabemos manejar ciertos aspectos de la salud física, psicológica y social.
Entre las funciones que se suponen más amenazadas por el paso del tiempo está la memoria.La memoria siempre ha sido vital para nuestra supervivencia.Los hombres primitivos nómadas necesitaban recordar donde estaban las fuentes más abundantes de caza, frutos secos y bayas, y donde podían refugiarse durante el invierno. Y quizás lo que era más importante, debían ser capaces de reconocer los rostros para saber si la figura que se aproximaba era de un amigo o de un enemigo.
Nuestra memoria ha evolucionado junto con otras facetas de nuestra inteligencia y cerebro.
El cerebro de un adulto pesa normalmente entre 1000 y 1500 grs. y tiene la consistencia de un huevo pasado por agua.Sirve como centro motor y procesador de nuestras principales funciones, físicas y cognitivas, incluyendo el movimiento, el habla, el pensamiento y la percepción; es también la fuente de la memoria.El constante funcionamiento del cerebro significa que necesita una gran cantidad de oxigeno para mantener vivas las neuronas. El cerebro emplea solo un 3 por ciento del peso corporal, pero utiliza el 20 por ciento de la ingestión de oxigeno.- Volvamos a la memoria
Para sacar el máximo rendimiento del cerebro y por lo tanto de nuestra memoria, debemos usar los dos hemisferios cerebrales en todo cuanto pensemos y hagamos. También es cierto que a medida que sumamos años lo que cambiara es la rapidez con la que el cerebro almacena los recuerdos. Necesitamos más tiempo.
En parte, los procesos del cerebro se vuelven más lentos cuando envejecemos porque la circulación es más lenta. Durante la vejez, el desgaste natural que nos produce la vida afecta el corazón y las arterias, de modo que la sangre oxigenada tarda más en llegar al cerebro en la cantidad necesaria para rendir al máximo.
Las neuronas son muy sensibles a la disminución del aporte de oxigeno. Y si las neuronas tienen menos energía, los niveles a los que las dendritas se excitan cuando consolidamos o evocamos los recuerdos disminuyen.Dado el estereotipo que a medida que envejecemos seguro perdemos la memoria y aunque esto parezca una falacia, está comprobado que como esperamos que nuestra memoria se deteriore al envejecer, inconscientemente damos una gran importancia a los objetos o a las ocasiones que olvidamos en la vida diaria (mientras que en la juventud estos casos nos tenían sin cuidado).Al mismo tiempo esto nos causa una gran ansiedad porque creemos que estamos volviéndonos viejos y perdiendo agilidad mental. La ansiedad reduce considerablemente el poder de la memoria, de modo que cuando nos empezamos a preocupar de que estamos envejeciendo y perdiendo la memoria, podemos acabar convirtiéndonos en un desmemoriado y así contribuimos a que se cumpla la profecía.
Con la edad el cerebro también envejece, no tenemos la misma agilidad y rapidez de pensamiento que antes aunque seguimos siendo autónomos, somos capaces de cuidarnos por nosotros mismos, de controlar nuestras vivencias y experiencias y de aprender cada día algo nuevo.
Sin embargo, la persona con demencia no es la misma, los cambios que se producen en sus neuronas cerebrales son mucho más agresivos que en el cerebro normal, por ese motivo no es capaz de decidir y resolver, se confunde y desconcierta, su lenguaje se hace más lento y menos fluido por lo que le cuesta entender a los demás y hacerse entender, empieza a perder parte de los recuerdos y a escribir poco y mal, pierde la noción del tiempo y se olvida hasta de quién es, de donde está y del día, mes y año en que vive.
¿Qué es la enfermedad de Alzheimer?Consiste en una demencia neurodegenerativa primaria, actualmente irreversible y progresiva, cuyas causas u origen es desconocido a día de hoy, motivo por lo que es una de las enfermedades más investigadas mundialmente ya que cada vez vivimos más años.
Su inicio es silencioso, imperceptible y discreto que de repente suele dar la cara de forma brutal afectando al enfermo y su familia. Por eso es tan importante su diagnóstico precoz ya que los fármacos actuales favorecen la autonomía de la persona afectada sobre todo en la fase inicial de la enfermedad. Podemos poner el ejemplo de una escalera que se va bajando poco a poco y la medicación sirve para que nos mantengamos durante un tiempo en el descansillo de la escalera para así poder descenderla más lentamente.
Los primeros síntomas suelen pasar desapercibidos y cuando nos damos cuenta ya suelen tener dos o más años de evolución; a menudo los confundimos con trastornos relacionados con la edad, con depresión, con falta de iniciativa o aburrimiento. Los síntomas más comunes son las alteraciones de la conducta y el estado de ánimo: comportamiento pasivo, apático, irritable o desconfiado, pérdida de memoria reciente (no recuerda si ha comido o no y lo que ha tomado aunque lo haya realizado hace cinco minutos), dificultad de orientación (despistes y pérdidas en lugares habituales o donde hay mucha gente), problemas de lenguaje (no es capaz de mantener una conversación donde hay varias personas a la vez) y alteraciones a la hora de realizar actividades instrumentales como recortar, copiar dibujos, afeitarse, peinarse, o confundir el cepillo de los dientes con el peine, la puerta de la nevera con la de la cocina, o no saber hacer una paella cuando ha sido una ama de casa y excelente cocinera toda su vida...
Los primeros síntomas suelen pasar desapercibidos y cuando nos damos cuenta ya suelen tener dos o más años de evolución; a menudo los confundimos con trastornos relacionados con la edad, con depresión, con falta de iniciativa o aburrimiento. Los síntomas más comunes son las alteraciones de la conducta y el estado de ánimo: comportamiento pasivo, apático, irritable o desconfiado, pérdida de memoria reciente (no recuerda si ha comido o no y lo que ha tomado aunque lo haya realizado hace cinco minutos), dificultad de orientación (despistes y pérdidas en lugares habituales o donde hay mucha gente), problemas de lenguaje (no es capaz de mantener una conversación donde hay varias personas a la vez) y alteraciones a la hora de realizar actividades instrumentales como recortar, copiar dibujos, afeitarse, peinarse, o confundir el cepillo de los dientes con el peine, la puerta de la nevera con la de la cocina, o no saber hacer una paella cuando ha sido una ama de casa y excelente cocinera toda su vida...
Cómo mejorar su memoria y evitarle la confusión
Uno de los síntomas más angustiantes tanto para las personas que padecen cualquier tipo de demencia (Alzheimer, Pick, vascular, etc.), como para sus cuidadores o familiares, consiste en la pérdida de los recuerdos.
Existen diversos recursos muy básicos que pueden ayudarnos en parte (sobre todo al inicio de la enfermedad ya que posteriormente conforme avance esta va a resultarle muy difícil) a conseguir mantener activa su memoria, entre ellos se encuentran los siguientes:
- Al comienzo de la patología la orientación espacial de la persona enferma no va a verse muy afectada, y aún será capaz de reconocer su casa sin mayores problemas, posteriormente conforme vaya avanzando la enfermedad va a necesitar de nuestra ayuda para acudir a lugares determinados, incluso de su entorno más cercano, ya que se podría perder fácilmente al no saber regresar.
- Si colocamos en su casa o en el lugar donde viva habitualmente fotos de sus familiares más cercanos (hijos, nietos, pareja, amigos, etc.), estará más orientado y su confusión será mucho menor.
- Utilizando una pizarra (en la que podamos escribirle con rotulador y borrar fácilmente lo escrito) con letras grandes aquello que tiene que realizar durante el día, así tendrá una guía sobre todo al inicio de la enfermedad.
- Podemos identificar mediante carteles o etiquetas las diferentes habitaciones (cuarto de baño, salón, dormitorio, etc.) del domicilio, de esta manera se encontrará más orientado.
- Estimulando la lectura, así como la realización de puzzles con piezas grandes o rompecabezas y similares diariamente, observando por si en algún instante le vemos cansado o comprobamos que le es difícil realizar la actividad, si esto ocurre dejémosle descansar o reemplacemos la actividad por otra que le sea más placentera como (escuchar música de nuestro tiempo, ver fotos de su juventud, etc.)s conveniente que le ayudemos a situarse en el tiempo, diciéndole el día s, la statamos, si es por la mañana, por la tarde o por la noche, etc.- Podemos colocarle grandes calendarios donde tiene que buscar y tachar el día en que se encuentra. Esto con posters de grandes relojes y actividades instrumentales básicas, le ayuda a mantenerse bastante bien orientado.
Patologías de la memoria
Las alteraciones más comunes de la memoria son las amnesias:Amnesia anterógrada: imposibilidad para asimilar nueva información.
Amnesia Retrógada: Incapacidad para evocar hechos previamente almacenados.
Muchas veces el defecto de memoria no es total, sino parcial, se evidencia dificultad para recordar, no imposibilidad de hacerlo.
Es común que las amnesias se acompañen de confabulaciones es decir, completar los espacios vacíos de memoria con recuerdos ficticios o inexactos. También se puede presentar intrusiones, es decir recuerdos falsos dentro de recuerdos verdaderos.
La amnesia en individuos jóvenes es usualmente causada por traumatismos craneanos, en personas de mayor edad pude acompañar al síndrome de demencia cuya forma más común es la enfermedad de Alzheimer o también se presenta en la enfermedad de Huntington.
¿Cómo mejorar la memoria?
No nacemos con buena o mala memoria, por lo tanto podemos aprender a mejorarla utilizando diversas estrategias. Por otra parte tenemos que saber que cuando tenemos mucho estrés o estamos preocupados por diversos problemas, nuestra memoria se ve afectada y tendemos a recordar peor.
A continuación lo que vamos a hacer es aprender a poner en práctica una serie de estrategias:1- En la fase de CODIFICACIÓN, lo más importante es prestar atención a la información que nos llega y que queremos retener.
Podemos entre otras cosas:
- No atender a varias cosas a la vez, pues no haremos bien ninguna.
- No preocuparnos excesivamente por los problemas, pues dificulta el registro de la información.
- Realizar ejercicios de atención, entrenarla. Podemos por ejemplo,
- Leer el periódico, fijarnos en nombres propios y recordarlos después.
-Tachar todas las letras mayúsculas de un texto;
- Hacer ejercicios de sopas de letras, en los que se buscan palabras.
En fin, tareas sencillas que nos ayudan a mantener nuestra atención para poder ponerla después a trabajar en nuestro quehacer diario.2 - En la fase de RETENCIÓN, se pueden utilizar diversos mecanismos, como:
- Asociación: Se trata de asociar la información que nos llega con otra que nos resulte más familiar, por ejemplo, asociar el nombre de una persona con alguien conocido, un número de teléfono con alguna fecha conocida, edad, número de piso, etc.
- Categorización: lo que tenemos que hacer es ordenar las cosas según un criterio, utilizando las características comunes a los objetos. Por ejemplo, recordar la lista de la compra, agrupando por categorías las frutas, carnes, lácteos, artículos de limpieza, etc.
- Verbalización-Repetición: en este caso, al realizar la acción, repetir en voz alta lo que estamos haciendo.
- Visualización: Se trata de "ver mentalmente" aquello que queremos recordar. Por ejemplo, para saber cuantas puertas hay en casa, podemos recorrer la casa mentalmente y "ver" las puertas de cada habitación; si queremos recordar un objeto, lo imaginamos, lo vemos mentalmente con todos sus detalles; o imaginar una cara con sus ojos, nariz, etc. para recordarla después.
3 - En la fase de RECUERDO, lo que tratamos de hacer es evocar la información que hemos registrado en las anteriores etapas. Debemos buscar referencias e indicios que hemos recogido en las fases de registro y retención, debemos repensar, volver al último lugar donde hemos estado, etc. Pero para esto es muy importante tener en cuenta lo siguiente:
- La tensión y el estrés nos hace sufrir, nos producen alteraciones de todo tipo, tanto psicológicas como orgánicas. Así mismo, producen trastornos en la memoria, pues dificultan la fase de registro. Por tanto, debemos aprender a estar más tranquilos. Podemos aprender a relajarnos.
- Las cosas se nos olvidan por varias razones, entre ellas, la falta de uso, interferencias entre lo antiguo y lo nuevo, fallos en alguna fase de la memoria, etc. Sin embargo, debemos tener en cuenta que olvidar también es necesario. No podríamos mantener a lo largo de la vida todo lo que entra por nuestros sentidos. Lo que tenemos que procurar es recordar lo importante y olvidar lo que no sirve para nada.
Una vez que conocemos las fases de la memoria y los aspectos que pueden estar influyendo en nuestro rendimiento, seguramente nos vamos a preguntar qué hacemos en concreto en esas situaciones en la que tenemos pequeños olvidos cotidianos, y que afectan en gran medida a nuestro bienestar diario, por ser un reto para nuestra memoria.
Aquí te ofrezco una página en la que encontrarás un test para evaluar la memoria y otros aspectos relacionados con el tema; checa sobre esta página:                                           http://www.psicoactiva.com/tests/memor.htm
Olvido
Olvidar es una acción involuntaria que consiste en dejar de recordar, o de guardar en la memoria, información adquirida. A menudo el olvido se produce por el "aprendizaje interferente", que es el aprendizaje que sustituye a un recuerdo no consolidado en la memoria, y lo "desaparece" de la conciencia. Debemos recordar que uno recuerda que ha olvidado algo, es decir que sabe que tenía un conocimiento que ya no está allí, por lo tanto los recuerdos olvidados no desaparecen, sino que son sepultados en el inconsciente.
Fuera del olvido normal (por aprendizaje interferente), existen otros tres tipos de olvido, que se pueden clasificar en otros 3 grandes grupos (serían cuatro con el olvido normal): olvido traumático, psicológico y fisiológico. El olvido traumático es amnesia causada por golpes en la cabeza, que pueden generar amnesias de distintos tipos, por ejemplo: olvidar lo anterior al golpe o la desaparición de recuerdos periódicamente etc.
El olvido psicológico, vendría a ser el olvido que es causado por una alteración del funcionamiento psíquico normal. Ejemplo: una enfermedad psicológica, hipnosis, etc. Es el olvido que puede tener una persona que padece de esquizofrenia, o el de alguien que no recuerda lo sucedido durante una sesión de hipnosis. El olvido fisiológico es causado por problemas en el desarrollo de ciertas partes del cerebro o sistema nervioso, ejemplo: una formación incompleta del sistema límbico. Un caso común de este tipo de problema es cuando un paciente no tiene recuerdos claros de su niñez.
Existe también el olvido causado por el uso de psicotrópicos (sustancias que alteran el funcionamiento normal del cerebro), pero este no es natural, y no entra en los 4 grandes tipos de olvido. Una persona bajo los efectos de ciertos fármacos puede no ser capaz de recordar algunos eventos. ¿Cómo almacena la información el cerebro?
La información se almacena en diferentes partes de su memoria. La información almacenada en la memoria a corto plazo puede incluir el nombre de una persona que usted acabó de conocer hace un momento. La información almacenada en la memoria reciente puede incluir lo que usted comió durante el desayuno.
La información almacenada en la memoria remota incluye cosas que usted almacenó en su memoria hace años, tal como memorias de su niñez.
¿Cómo el envejecimiento cambia el cerebro?
Uno comienza a perder células cerebrales, en pocos números a la vez, al cumplir veinte años. Su cuerpo también comienza a fabricar menos substancias químicas de las que sus células cerebrales necesitan para funcionar. Mientras más viejo usted esté, más pueden estos cambios afectar su memoria.
El envejecimiento puede afectar la memoria cambiando la forma como su cerebro almacena la información y haciendo más difícil recordar la información almacenada.
Su memoria a corto plazo y su memoria remota usualmente no son afectadas por el envejecimiento. Pero su memoria reciente puede verse afectada. Usted puede olvidar los nombres de las personas que conoció recientemente. Estos son cambios normales.
Cosas para ayudarle a recordar
Haga listas
Siga una rutina
Haga asociaciones (conecte cosas en su mente) tales como usar sitios sobresalientes que le ayuden a encontrar lugares.
Lleve un calendario detallado
Ponga los artículos importantes, tal como sus llaves, siempre en el mismo lugar.
Repita los nombres cada vez que usted conoce nuevas personas.
Haga cosas que mantengan su mente y su cuerpo ocupado.
Repita el abecedario en su mente para ayudarle a pensar en palabras que está teniendo dificultad para recordar. Escuchar la primer letra de una palabra puede ayudarle a refrescar la memoria.


¿Y qué hay con respecto a cuando sé una palabra pero no la puedo recordar?
Esto usualmente es solo una falla en su memoria. Usted casi siempre recordará la palabra con el tiempo. Esto puede hacerse más común con el paso de los años. Puede ser muy frustrante pero usualmente no es algo serio.
¿Cuáles son otras causas de problemas de la memoria?
Muchas cosas además del envejecimiento pueden causar problemas de memoria. Estas incluyen depresión, otras enfermedades, demencia (problemas graves relacionados con la memoria y el pensamiento tales como enfermedad de Alzheimer), efectos secundarios de los medicamentos, derrames, una lesión en la cabeza y alcoholismo.
¿Cómo puedo saber si mis problemas de la memoria son graves?
Un problema de memoria es grave cuando afecta su vida cotidiana. Si algunas veces usted se olvida de los nombres, probablemente usted está bien. Pero usted puede tener un problema más grave si tiene dificultad para recordar cómo hacer cosas que usted ha hecho muchas veces antes; como llegar a un sitio a donde usted ha ido con mucha frecuencia, o hacer cosas que requieren pasos como preparar una receta.
Otra diferencia entre problemas normales de la memoria y demencia es que la pérdida normal de la memoria no empeora mucho con el paso de los años. La demencia empeora mucho durante varios meses hasta varios años.

Puede ser difícil darse cuenta por si mismo que usted tiene un problema grave. Háblele a su médico de familia acerca de cualquier preocupación que usted tenga. Es probable que su médico le pueda ayudar si sus problemas de memoria son por causa de un medicamento que usted está tomando o por causa de depresión.
¿Cómo cambia la memoria la enfermedad de Alzheimer?
La enfermedad de Alzheimer comienza por cambiar la memoria reciente. Al comienzo, una persona con enfermedad de Alzheimer recordará inclusive pequeños detalles de su pasado lejano pero no será capaz de recordar eventos o conversaciones recientes. Con el tiempo, la enfermedad afecta todas las partes de la memoria.
Problemas de la memoria que no son parte normal del envejecimiento
Olvidarse de las cosas con mucha más frecuencia de lo que solía
Olvidarse de cómo hacer cosas que usted ha hecho muchas veces antes
Dificultad para aprender cosas nuevas
Repetir frases o historias en la misma conversación
Dificultad para elegir opciones o para manejar dinero
No ser capaz de estar al tanto de lo que ocurre cada día.


ÓSCAR AUGUSTO CAMPUZANO GARZÓN

lunes, 10 de agosto de 2009

¿LOS NIÑOS ROBAN?


LOS NIÑOS QUE ROBAN...

Por: Óscar A. Campuzano G.

El hurto ocasional que algunos niños realizan suele transcurrir sin mayores consecuencias y resolverse (para evitar que vuelva a suceder) con una breve reprimenda. En cambio, los robos frecuentes son llamadas de atención para los padres, que deben preocuparse seriamente y ayudarlos a superar la causa de esta conducta.Cuando un niño o adolescente roba, los padres naturalmente se preocupan. Ellos se preocupan por las causas del comportamiento del niño y se preguntan si su hijo o hija es un "delincuente" “ladrón” “pícaro” “deshonesto”

Es normal que un niño pequeño tome algo que excite su interés o que le llame la atención. Esto no se puede considerar como robo hasta que el niño sea suficientemente mayor, generalmente de tres a cinco años, y pueda entender acerca de que las cosas pertenecen a una persona en particular. Los padres tienen que educar de forma activa a sus niños acerca de los derechos a la propiedad y la consideración hacia los demás.Aunque hayan aprendido que el robar es malo, los niños mayores y los adolescentes roban por varias razones. Un joven puede robar para tener cosas iguales a las de su hermano o hermana, quien aparentemente es favorecido con regalos y cariño. Algunas veces, un niño puede robar como muestra de valentía ante sus amigos, o para hacerles regalos y así aumentar su popularidad en la escuela.
Los padres deben de preguntarse si es que el niño ha robado por la necesidad de recibir mayor atención. En tales casos, el niño puede estar expresando ira o tratando de "cobrárselas" con sus padres, y el objeto robado se convierte en un substituto del afecto.
Los padres deben de hacer un esfuerzo y darle más reconocimiento al niño como miembro importante de la familia.

Si los padres toman las medidas adecuadas, en la mayoría de los casos el robo cesa según el niño va creciendo. Los psiquiatras de niños y adolescentes recomiendan que cuando los padres se den cuenta de que su niño ha robado, ellos:
Ayuden al adolescente a pagar o a devolver el objeto robado;Le digan al niño que robar es malo;Se aseguren de que el niño no se beneficie del robo bajo ninguna circunstancia;Eviten sermonearle, pronosticar el mal comportamiento futuro, o el decir que ahora se le considera al niño un ladrón;Hacerle claro que su comportamiento es totalmente inaceptable dentro de las costumbres familiares y de la comunidad.

Cuando el niño ha pagado o ha devuelto la mercancía robada, los padres no deben de traer de nuevo el caso, de manera que el niño pueda comenzar "en limpio" otra vez.
Si el niño roba persistentemente y los robos continúan a pesar de haberse tomado estas medidas, el robar probablemente es el resultado de un problema mayor en el desarrollo emocional del niño. Los niños que roban repetidamente tienen dificultad para confiar en los demás y para establecer buenas relaciones con otros. En vez de sentirse culpables, ellos culpan a otras personas por su comportamiento y les echan la culpa a los demás alegando que, "ya que ellos se niegan a darme lo que necesito, yo lo cojo". Algunos niños roban por el temor a una dependencia; ellos desean no tener que depender de nadie, de manera que roban lo que necesitan.


Al tratar a un niño que roba persistentemente, ojo, no una muenda, golpiza, maltrato o amenaza, el psiquiatra de niños y adolescentes diagnosticará las razones reales por las cuales el niño tiene una necesidad de robar y planificará un programa de tratamiento. Algunos aspectos importantes del tratamiento son el ayudar al niño a aprender a establecer una relación de confianza, y el ayudar a la familia para que apoye al niño en una trayectoria positiva de desarrollo.



Los pequeños que aún no entienden el concepto de la propiedad piensan que sus padres exageran con sus regaños, cuando han tomado unos chocolates del cajón de su hermano o unos cuantos pesos o monedas de la billetera o monedero de su mamá para comprar un refresco: piensan que están tomando algo que necesitan y de alguna manera les pertenece, que “todo el mundo lo hace”.

Otros, con mayor nivel de conciencia, empiezan a realizar pequeños hurtos escolares: el sacapuntas de un compañero, el refrigerio del amigo, un carrito de la tienda, el CD de su primo, o dinero para el juguete que no quiso comprar su mamá, etcétera.
Cuando los padres sorprenden a alguno de sus hijos o hijas en un robo pequeño, suelen tener la sensación de que algo está mal, pero es pasajero y pronto quedará en el olvido. Afortunadamente, la mayoría de las veces es así, pero no siempre…

Incluso niños entre 8 y 10 años pueden tener noción de lo que es correcto, pero aún no de las consecuencias de sus actos. Piensan que no está bien tomar cosas que no les pertenecen, pero no logran calcular qué tan malo es. Por eso antes de que se acostumbren, los padres deben buscar la causa de esta conducta.


Posibles causas
El robo se realiza como una provocación. En la pubertad e inicio de la adolescencia muchos chicos roban como una manera de demostrar autonomía en sus decisiones. Toman del ambiente lo que sienten que les pertenece y es justo; sobre todo lo hacen como una conducta desafiante para agredir y hacer enojar a sus padres.
No faltan los casos de robo como una manera de llamar la atención. Cometer faltas, al menos, es una forma de que sus padres estén más pendientes de ellos. En ocasiones, por paradójico que parezca, un niño prefiere un castigo a la indiferencia con la que muchos los tratan.
En esta edad los compañeros de grupo son muy importantes. Robar puede ser una forma de sobresalir y buscar la admiración al atreverse a hacer cosas que transgreden y desafían las normas. Hurtar objetos es en ocasiones una conducta de fanfarronería para crecerse ante los iguales o de ser aceptado como parte de este grupo de pequeños pillos.
También se da el caso de compañeros que chantajean a otros, los cuales recurren a conductas como el robo para satisfacer las exigencias del líder del grupo o aquél que amenaza con golpearlo si no le paga una cuota de dinero o con alguna golosina.
Otra posible causa puede estar ligada a conductas más preocupantes, como la drogadicción o la delincuencia: El chico roba para conseguir las sustancias a las que es adicto.
Muchas veces es por la necesidad de poseer cosas que están por encima del nivel socioeconómico de la familia o de tener objetos que pertenecen a los padres. También puede ser una situación sencilla, como la necesidad de que los padres le aumenten el “domingo”; porque al haber crecido y pasado a otra etapa de su desarrollo tiene nuevas necesidades.Existen los pequeños ladrones que toman cosas para hacer sus colecciones. Otros realizan robos o “préstamos” al ponerse la ropa de los hermanos y sentirse mayores. En el fondo de estos pequeños hurtos encontramos conductas de compensación, ante la falta de seguridad y afecto que sienten.

sábado, 18 de julio de 2009

¿PORQUÉ GRITAR AL NIÑO?

GRITAR Y SUS CONSECUENCIAS
Por: Óscar A. Campuzano G.

Siempre que se habla de maltrato infantil la imagen que viene a nuestras cabezas es la de un padre o madre golpeando a su hijo, sin embargo hay otro tipo de maltrato que no deja huella física pero sí psicológica, el llamado maltrato psicológico.
Un reciente estudio llevado a cabo por científicos muestra que no hace falta pegar a un menor para dejar señales de por vida en su personalidad, sino que basta con gritarle.
Los científicos revelaron que no esperaban los resultados obtenidos. Según comentó la directora del estudio: “Esperábamos que la exposición a la violencia física dejara cicatrices perdurables, pero no creíamos que nos íbamos a encontrar con que la exposición a gritos e insultos entre miembros de una familia tuviera efectos en la vida adulta”.Según comentaron las consecuencias incluyen problemas de salud mental, concretamente depresión y abuso de alcohol y sustancias. Son personas más descontentas con sus vidas y sufren incluso una mayor tasa de desempleo.
Analizaron cómo este tipo de agresiones influían en la vida de las personas al llegar a la edad adulta (30 años) y valoraron la salud mental, el estado psicológico, el puesto laboral, la salud física y la historia familiar.
De los sujetos estudiados un 75% reconoció que había vivido conflictos verbales y un 62% afirmó haber sufrido violencia física (que no es poco en ninguno de los dos casos).
Los resultados dicen que las personas que vivieron bajo insultos tienen un riesgo tres veces mayor de padecer un trastorno psiquiátrico a los 30 años que los que vivieron en familias estables.
Si la agresión es física el riesgo de problemas a nivel psicológico y de insatisfacción laboral y personal es mucho mayor.

“Es necesario crear programas preventivos precoces para los niños y niñas, así como fomentar la buena comunicación entre padres e hijos”.
Siendo sincero, creo que no era necesario un estudio para concluir que los gritos forman parte de un modo de expresión violento que puede resultar intimidante y que puede afectar a la personalidad de los niños.Personalmente añadiría otros factores a los gritos que seguro que también hacen mella (quizás incluso más) en la personalidad de los niños, pues no hace falta, de hecho, gritar para menospreciar a una persona. Ignorarla (no hacer caso a las peticiones, a los llantos, a las llamadas,…), hacerla sentir inferior, reírse de ella, etc. forman parte del amplio abanico de recursos que utilizan muchos padres para “educar” a sus hijos.
No quiero acusar a nadie. El que esté libre que tire la primera piedra. También yo he gritado a mi hija en algún momento y seguro que la mayoría de padres lo hacen.
Es normal, forma parte de la herencia educativa que nos llegó de nuestros padres y de nuestros profesores. Cuesta demasiado desprenderse de lo aprendido desde la infancia.
Repito, es habitual gritar a los niños, pero eso no quiere decir que esté bien, debemos aprender a no hacerlo (y contar hasta diez) pues merecen ser tratados como las personas que son. Un “siento haberte gritado”, muestra que papá y mamá también somos humanos.
Cuando gritar es peor que pegar

Los padres les levantan la voz a sus hijos mucho más de lo que les levantan la mano. Pero algunas palabras pueden tener un impacto tan perjudicial como lo tienen los golpes.
Una madre como las que se ven por las zonas de juegos de los centros comerciales los fines de semana, a gatas persiguiendo a sus hijos, es una víctima fácil de los gritos como herramienta de crianza.

El padre camina unos pasos atrás y en vista de la actitud de la criaturita (que ignora olímpicamente a su madre), le llama la atención con voz recia. Se les ve en la cara y en sus gestos (a los padres), que están al borde del grito. Probablemente estén cansados de tener que decir todo 5 veces, por eso a la sexta, la voz sube de tono, y si no fuera porque no están en casa, el grito sería de narrador de fútbol.

Claro, y eso tiene sus consecuencias. Los hijos se acostumbran a este método y se pasan por la faja los primeros llamados y solo reaccionan cuando saben que lo que sigue es un grito.
Esta familia ficticia no es para nada fuera de lo ordinario. Al contrario, así pasa en muchas casas; es lo que muchas madres y padres hacen todos los días.
Nueva generación?
Hoy hay una generación completa de padres que creció en la era de los castigos físicos y que por lo mismo juró que nunca le pegaría a sus hijos. El problema es que el esquema de ira y frustración que sustentaba el viejo modelo de los correazos y los coscorrones no despareció mágicamente solo porque una generación de padres bien intencionados así lo quiere. Ahora la ira no lleva a los golpes como antaño, pero a menudo lleva a los gritos. Y ese simple hecho de levantar la voz, dependiendo de qué se dice y qué tan a menudo se dice, puede tener el potencial de causar daño a largo plazo.
De acuerdo con un estudio, el 74% de los padres encuestados reportó gritarle a sus hijos, y no una o dos veces. La mayoría dijo que lo había hecho más de 275 veces durante el último año. Estos números pueden ser más altos porque el estudio requería que fueran los mismos padres los que denunciaran su comportamiento, un comportamiento del que probablemente no se enorgullecen o que ocurre tan a menudo que lo olvidan o lo dan por corriente o normal o aceptable.
Para no irse por las ramas, los gritos son parte de la vida ordinaria de muchos hogares. Llamar de un grito a un niño que juega en un parque o que está en el lado opuesto de la casa, quizás no le haga ningún daño duradero.

Gritarle a un niño que está a punto de hacer algo peligroso puede asustarle, pero no se hace para dañarlo, sino para protegerlo. Y si una familia es por costumbre bullosa y sociable, los gritos serán la norma.
Pero cuando una madre o un padre están cara a cara frente a su hijo gritándole con evidente ira o frustración, los expertos en crecimiento y desarrollo se preocupan por el impacto que semejante evento de agresión sicológica pueda tener. En esos momentos algunos padres pierden el control y aunque puede que no golpeen físicamente, las palabras que le dicen a un niño, especialmente si esas palabras incluyen insultos y amenazas, pueden causar un daño duradero.

Sí y no del grito
Cualquier padre sabe la frustración que se siente, y el deseo de gritar, cuando se ha pedido por enésima vez que arreglen el cuarto, o que boten la basura, o que no rayen las paredes, sobre todo cuando nada de esto se cumple.
Pero de aquí se deriva una pregunta interesante: En circunstancias parecidas, ¿Se le grita a un compañero de oficina?, ¿Al empacador del supermercado que puso el pan tajado en la misma bolsa con la lata de verduras?, ¿Al jefe?... Probablemente no, entonces, ¿Por qué hay quienes piensan que está bien gritarle a los niños?
Parte de la respuesta está en que hay normas culturales implícitas que hacen ver como aceptable gritarle a los niños y al mismo tiempo lo impiden con los compañeros en el trabajo.
Cambiar la cultura en este aspecto en particular significa reconocer que gritarle a los niños es tan equivocado como gritarle a los compañeros de la oficina. Si ese mensaje le llega a la gente, con seguridad buscarán alternativas en casa porque habrán entendido que gritarle a los niños es incorrecto.
Algunos padres usan el método de los hijos para manejar los gritos, por eso si alguien les grita, pues le ignoran, simplemente no escuchan; y los hijos adolescentes les gritan a sus padres, o por lo menos les refunfuñan (y los padres los ignoran). Por eso los adultos (los padres) deben mantener el control aún cuando están molestos.
Muchos padres están de acuerdo con estos puntos de vista y aceptan que no se les debe gritar a los hijos para corregirles o controlar comportamientos indeseados, pero son muchos también los que dicen que está bien un grito de advertencia cuando un niño va a hacer algo potencialmente peligroso. Se trata de levantar la voz para llamar la atención, no para agredir o insultar. El lenguaje degradante no se debe usar con los niños.
Esa es la clave, el contexto en el que se dicen las cosas. Decirle a un niño que no vale nada, que es inservible, es diferente que llamarle la atención con voz recia para que recoja la ropa sucia. El daño se hace cuando se ataca el yo interno de un niño o su autoestima con expresiones como “ya no te quiero” u “ojalá no te hubiera tenido”.
Ineficacia educativa de gritos e insultos¿Podremos distinguir claramente entre conductas que ofenden y hieren a los demás y conductas que no hieren?Entre las conductas que hieren psicológicamente a los demás están los gritos desaforados y descontrolados y los insultos. Su carga de agresividad se detecta fácilmente porque el fin es causar daño, dolor o desprecio de uno mismo en el otro.
Expertos en el tema afirman que los humanos somos esencialmente distintos de los seres no humanos en lo que se refiere a la agresión, ya que el aprendizaje juega un papel muy importante en nuestra conducta agresiva.
La visión de objetos que van asociados con la violencia (cuchillos, pistolas) incrementan dicha conducta, y no menos la visión de un rostro desencajado lleno de furia y de odio, así como los gritos desaforados y los insultos repetidos machaconamente por quien ha perdido el control de sí mismo.
El precio del grito
Todo castigo que incremente la frustración y el desprecio de uno mismo resulta ineficaz, pero más ineficaz resulta todavía convencerse de que la persona que castiga, grita o insulta lo único que pretende es satisfacer el odio que siente por nosotros haciéndonos mal de manera directa o indirecta, es decir, consiguiendo que nos sintamos seres despreciables.
Para la mayoría de los niños y adolescentes, una mirada furiosa, cargada de odio y de desprecio, así como las expresiones humillantes manifestadas en voz alta o a gritos son el castigo más severo que se le puede aplicar. Su sistema nervioso queda tan impresionado y sobrecogido por la carga emotiva de esas expresiones insultantes y por la imagen descontrolada y retorcida del rostro que acentúa y recalca dichas expresiones gritadas más que pronunciadas, que se sienten incapaces de pensar en ser mejores o en corregirse.
Puede producirse la sumisión y el sometimiento instantáneo o reacciones violentas del mismo signo y virulencia que las que está empleando la persona que grita e insulta de manera incontrolada y repetitiva. En estos casos las consecuencias psicológicas casi siempre son nefastas y dramáticas para el que al final pierde, que siempre es el niño o adolescente rebelado, que no supo callarse y someterse aguantando gritos, improperios e insultos de todo tipo.

A partir de ese momento es doblemente tachado de indeseable, insumiso e irrespetuoso por quien grita e insulta. Por una parte tiene el sentimiento de culpa por haberse rebelado contra el padre o la madre, y por otra se siente desgraciado rumiando sin cesar las expresiones de odio que a voz en grito le han repetido hasta la saciedad sus padres.
Vemos que, en cualquier caso, tanto si los gritos e insultos producen en el sujeto ofendido sumisión como si producen una reacción agresiva (calcada de la persona que humilla y ofende), lo que difícilmente producirán es la interiorización, es decir, la reflexión serena y convencida que le lleve a corregir su modo de proceder por convicción, que al fin y al cabo es el objetivo que se ha de lograr en la modificación de toda conducta negativa.
Conductas inadecuadas
Hay varias «señales de alarma» que indican que nuestras actitudes no son las adecuadas:
1. Pérdida de la naturalidad expresiva, la confianza y la comunicabilidad, de manera demasiado brusca.2. Disminución del sentido del humor y de las expresiones desenfadadas y aumento rápido de la irritabilidad y, al mismo tiempo, regresión a la pasividad y abandono de responsabilidades.3. Ausencia del respeto a los hijos, al tiempo que ellos nos imitan, elevando demasiado la voz y respetándonos poco o nada.4. Transmisión al hijo de inseguridad y baja estima de sí mismo, que admite que es una calamidad como estudiante, como persona, etc.
Alternativas válidas
Acabamos de ver que la excesiva severidad, los comportamientos agresivos, las humillaciones, los insultos y el hacer que el niño se sienta como un ser despreciable, no son una manera eficaz, inteligente y humanitaria de modificar las conductas.

Ya hemos dicho en otro lugar, que la buena conducta es algo que debe aprenderse, que no se adquiere de modo natural y que los niños aprenden a comportarse observando el ejemplo que reciben de sus padres, hermanos, parientes, vecinos, amigos y profesores.

También recordamos que la palabra «disciplina» significa aprendizaje y que mediante la buena disciplina es como debe enseñarse a los niños a comportarse de manera adecuada.
En cuanto a las características de una buena disciplina para que sea eficaz, es decir, para que eduque y haga posible la interiorización o reflexión serena y voluntaria sobre la propia conducta que hay que corregir, la mayoría de los autores señalan las siguientes:
Inmediata, coherente, segura, de fácil aplicación, adecuada a la edad del niño, justa, positiva (ofrece ayuda y alternativa), no debe ser humillante ni conducir a la infravaloración o el autodesprecio, firme pero cargada de amor y comprensión, que no produzca distanciamiento en las relaciones de los padres con los hijos.
En la práctica reprender no es discutir y se ha de hacer siempre en privado. El acto de reprensión no debe ser interrumpido, una vez iniciado, hasta haber completado todo el proceso de corrección.Hay que procurar estar físicamente muy cerca del niño o del adolescente y expresar lo que se siente ante su mala conducta, con verdadero enfado, pero sin gritar. Se ha de reprender la conducta, pero no al niño. De manera muy clara hay que expresar lo enfadado que se está, pero sin gestos de odio, sin ira incontrolada y sin despreciar ni humillar. Esta reprensión y enfado deben ser bastante intensos, pero de corta duración. En ningún caso se ha de perseguir todo el día al niño o adolescente machacándolo por su conducta... por eso fuera la cantaleta!
Una vez finalizada la reprensión se abraza al niño y, con rostro sonriente, se le anima a corregir su proceder en adelante. Se le invita a manifestar cómo se siente y a establecer un breve diálogo sobre lo ocurrido y lo que piensa hacer en el futuro para comportarse mejor.
¿Será muy difícil? o harás la aseveración de siempre...
¡Si fuera así de fácil!